sábado, 30 de agosto de 2014

Crónicas

Entradas de Crónicas
1.Librero de viejo andante – Toño Angulo
Si todo libro es un cuerpo que existe para ser poseído, Jorge Vega 'Veguita' es un proxeneta ambulante que ofrece lujuria de papel para lectores irredentos. Quienes conocen de sus andanzas, quienes lo han visto ofertar su letrada mercancía por las salas de redacción de la revista Caretas y los diarios La República y El Comercio –como estos ojos que se han de comer sus libros– saben que Vega es ese vendedor sabio y obstinado que toda transnacional quisiera fichar en su planilla.Porque 'Veguita' no tiene clientes: tiene feligreses. 

Esta crónica contiene interés humano y  realismo , pero la entrada invita a seguir leyendo , hay una curiosidad por saber quién es este personaje tan famoso dentro del mundo periodístico.

2.El imperio de la Inca-Marco Avilés
Color orina y sabor a chicle. Él no lo dijo, pero quizá lo pensó. Muchos lo piensan. En abril de 1999, el recién llegado a Lima presidente del directorio de The Coca-Cola Company, M. Douglas Ivester, tuvo que probar en público –para el público– la gaseosa que los peruanos preferían. Entrevista de rigor. La prensa esperaba el trago definitivo. Él no lo dijo, pero quizá lo pensó: la bebida gaseosa más bebida en todo el mundo había sido derrotada, lejos de casa, por una desconocida. El brindis fue la claudicación: Coca-Cola no podía competir con Inca Kola, así que sacó la billetera y la compró. Perder, comprar, todo depende del envase con que se mire

Esta crónica describe muy bien a la Inca Kola, bebida conocida por todos y  tiene interés general .Además , te deja con la curiosidad de saber que pasó detrás de la historia .

3. Cromwell, el cajero generoso-Juan Manuel Robles
El protagonista de esta historia me jodió la tarde. Él no lo recuerda, fue hace tiempo. La única vez que lo visité en la céntrica prisión en la que lo encerraron, Cromwell Gálvez huyó de mí y se apresuró a decir que no hablaba con la prensa. Le habían quitado la libertad pero la fama insistía en quedársele, no podía sacársela de encima ni dentro de los cuatro muros de una celda. Cromwell, el hombre que había robado un banco durante años sólo para poder acostarse con las vedettes más deseables de Lima, estaba finalmente preso y las carátulas de los diarios populares seguían poniendo su fotografía junto a letras grandes multicolores. Yo había dado su nombre en la entrada del penal diciendo que era su amigo, arriesgándome a lo que a veces nos arriesgamos los reporteros: a que la persona que buscas te reciba mal.


La historia es conocida por todos , la manera de contar es ágil y en oraciones cortas lo que hace que el lector se “enganche “ con la historia.

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