Entradas de Crónicas
1.Librero de viejo andante – Toño
Angulo
Si todo libro es un cuerpo que
existe para ser poseído, Jorge Vega 'Veguita' es un proxeneta ambulante que
ofrece lujuria de papel para lectores irredentos. Quienes conocen de sus
andanzas, quienes lo han visto ofertar su letrada mercancía por las salas de
redacción de la revista Caretas y los diarios La República y El Comercio –como
estos ojos que se han de comer sus libros– saben que Vega es ese vendedor sabio
y obstinado que toda transnacional quisiera fichar en su planilla.Porque
'Veguita' no tiene clientes: tiene feligreses.
Esta crónica contiene interés humano y realismo , pero la entrada invita a seguir
leyendo , hay una curiosidad por saber quién es este personaje tan famoso dentro del mundo periodístico.
2.El imperio de la Inca-Marco
Avilés
Color orina y sabor a chicle. Él
no lo dijo, pero quizá lo pensó. Muchos lo piensan. En abril de 1999, el recién
llegado a Lima presidente del directorio de The Coca-Cola Company, M. Douglas
Ivester, tuvo que probar en público –para el público– la gaseosa que los peruanos
preferían. Entrevista de rigor. La prensa esperaba el trago definitivo. Él no
lo dijo, pero quizá lo pensó: la bebida gaseosa más bebida en todo el mundo
había sido derrotada, lejos de casa, por una desconocida. El brindis fue la
claudicación: Coca-Cola no podía competir con Inca Kola, así que sacó la
billetera y la compró. Perder, comprar, todo depende del envase con que se mire
Esta crónica describe muy bien a la Inca Kola, bebida conocida
por todos y tiene interés general .Además
, te deja con la curiosidad de saber que pasó detrás de la historia .
3. Cromwell, el cajero generoso-Juan Manuel Robles
El protagonista de esta historia me jodió la tarde. Él no lo
recuerda, fue hace tiempo. La única vez que lo visité en la céntrica prisión en
la que lo encerraron, Cromwell Gálvez huyó de mí y se apresuró a decir que no
hablaba con la prensa. Le habían quitado la libertad pero la fama insistía en
quedársele, no podía sacársela de encima ni dentro de los cuatro muros de una
celda. Cromwell, el hombre que había robado un banco durante años sólo para
poder acostarse con las vedettes más deseables de Lima, estaba finalmente preso
y las carátulas de los diarios populares seguían poniendo su fotografía junto a
letras grandes multicolores. Yo había dado su nombre en la entrada del penal
diciendo que era su amigo, arriesgándome a lo que a veces nos arriesgamos los
reporteros: a que la persona que buscas te reciba mal.
La historia es conocida por todos , la manera de contar es
ágil y en oraciones cortas lo que hace que el lector se “enganche “ con la
historia.